
Las hermanas del Valle cultivan y venden su hierba para ayudar a los demás
En el Valle Central de California, las hermanas del Valle profesan su auténtica devoción por una planta medicinal: La marihuana. Cuentan con un pequeño huerto de 12 plantas de donde extraen sus productos medicinales que luego comercializan. La pasión por la hierba las ha convertido en unas de las principales activistas por la legalización de california.
Las hermanas del valle no son monjas reales

Aunque su indumentaria puede confundirnos, estas chicas no pertenecen a ninguna orden católica. De hecho pertenecen a una organización activista y espiritual que encuentra en esta planta una fuente de curación e inspiración. Además de su negocio rentable gracias a sus propiedades medicinales. La hierba es su dogma.
Ellas tienen un plan de vida austero, la decena de hermanas que forman esta congregación cultivan y cosechan la marihuana para preparar aceites, tinturas, bálsamos y demás ungüentos. Su variedad de hierba favorita es la sativa por su bajo contenido de THC.
Ellas buscan usar la hierba como una ayuda para curar enfermedades como el cáncer
Además de utilizar los productos de cannabis para curar enfermedades, también quieren estimular la economía local y arrebatarle el poder a las farmacéuticas y las grandes corporaciones. Para así poder ayudar a la clase trabajadora. Es un objetivo muy ambicioso, para el que dan pasos pequeños.
El año pasado llegaron a vender 750.000 dólares (unos 670.000 euros) y pudieron establecer alianzas con cultivadores de la zona para que se unieran a su negocio.
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El origen de las monjas del cannabis

La hermana Kate, con 58 años (su nombre verdadero es Christine) es la fundadora de la congregación. Se encarga de tomar las decisiones más importantes y de guiar a la comunidad formada por estas activistas. Su labor como monja cannábica comenzó en 2008.
Después de vivir 10 años en Holanda, Kate regresó a Estados Unidos, donde se unió a las protestas de Occupy Wall Street. Es una rama del movimiento ciudadano 15-0 que acusa a las grandes empresas de ser las responsables de la crisis mundial. Se le ocurrió comenzar a vestir de monja católica con el único objetivo de llamar la atención. Tanta expectación despertó durante las manifestaciones que enseguida todos la conocían como la ‘monja okupa’. Un rol que también quiso trasladar a su lucha por la legalización del cannabis y que acabó derivando en una comunidad sustentada en esta vestimenta y sin ninguna vinculación religiosa.
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Lo que ellas dicen

“Estamos en contra de la religión, así que no formamos parte de ella”, explica la fundadora de 58 años. “No estamos aquí para emular nada de la Iglesia católica. Adoptamos un uniforme con el que la gente se identifica y que tiene un significado»
Ellas consideran la vestimenta de monja como una forma de mostrar la importancia que ocupa el cannabis en sus vidas.
“A través de nuestra ropa estamos mostrando respeto a una planta sobre la que se ha mentido y han cometido faltas de respeto desde hace más de 100 años”, explica la lideresa de las ‘Hermanas del Valle’.
Un lugar secreto para el convento de la hierba

Su lugar de cultivo es una pequeña casa, una capilla de madera donde crecen las plantas de cannabis con el número máximo permitido por la ley del estado de California. Eso es más que suficiente para sustentar su producción. Las monjas más jóvenes son las que cultivan la tierra, por ejemplo la hermana Darcy tiene una extensa formación en horticultura y experiencia en granjas orgánicas de Estados Unidos y Nueva Zelanda. Mientras tanto, otras compañeras ocupan su tiempo en la producción de los derivados, el envasado de los productos o a la gestión de las ventas.
Las hermanas realizan rituales celtas , vikingos y nativos americanos para bendecir las propiedades medicinales de la hierba. Cuentan con la ayuda de unos cuantos hombres. Además de su vida austera practican la castidad y el vegetarianismo.
Estas mujeres buscan remediar el dolor a través de la hierba en sus diferentes presentaciones. A ellas les da gusto ver como sus productos están ayudando a muchos a lidiar con el dolor, sin tener las complicaciones de los efectos secundarios que suele tener una pastilla sintética.