Lola la Chata, matriarca mexicana de las drogas

Hasta el día de hoy, Lola la Chata es recordada como una mujer que veía por su comunidad. Organizaba visitas a la Virgen en San Judas de los Lagos. Pero también operó una de las redes de tráfico internacional de drogas en el siglo pasado. Ella no tenía problema en venderle a la gente de clase popular y a la gente adinerada. Por un tiempo se convirtió en la principal enemiga de Henry Anslinger o Leopoldo Salazar Viniegra.

¿Quién era?

Nació en la Ciudad de México, en 1906. Fue reconocida como la primera mujer traficante de drogas a nivel internacional. Durante 1930 y 1950 dominó el mercado de sustancias de manera sorprendente. Tanto, que muchas veces se dio a notar en las portadas de los grandes diarios de la época.

Su historia comenzó en el barrio de la Merced, en la Ciudad de México. Su madre trabajaba en ese sitio vendiendo café y chicharrones, mientras que Lola le ayudaba. La afluencia económica de ese tiempo benefició al comercio con productos legales e ilegales. Pronto, la familia de Lola incorporó el negocio de la marihuana y opio.

Pequeña empresaria

Desde los 13 años, Lola ya vendía ambas drogas (escondidas en su canasta con otros productos). Con el inicio de la Revolución Mexicana, mucha gente abandonó la capital, mudándose a otras ciudades del país. Lola, junto a Carlos Ruiz Urquizo se mudaron a Ciudad Juárez. Ahí fue donde comenzó todo lo que se convertiría en una de las redes de tráfico de drogas internacional.

Ciudad Juárez era el paso de tráfico de drogas y alcohol. Lola realizaba actividades referentes a las drogas, junto a toda su familia. Al hacer eso, comprendió muchas de las mañas de ese negocio. Para finales de 1920, regresó a la Ciudad de México y ahí comenzó su gran imperio enfocado en la marihuana, heroína y morfina.

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La fama y 1930

A finales de 1930 el nombre de Lola la Chata comenzó a aparecer en documentos oficiales de México y Estados Unidos. En ese momento, la relación y matrimonio que tuvo con el expolicía Enrique Jaramillo fue crucial para lo que estaba por llegar. Junto a Enrique instaló un centro de distribución clandestino en Pachuca. Usaron como fachada un taller mecánico.

En ese momento comenzó a tener atención de Henry Anslinger (zar de drogas en Estados Unidos) y Leopoldo Salazar Viniegra (médico impulsor de la reforma de drogas de 1940 que legalizó todas las drogas). Ambos la consideraban un personaje de vital importancia en el fenómeno del tráfico de drogas.

Arrestos

De 1934 a 1945 visitó la cárcel de Lecumberri y la prisión en Islas Marías. Eso sí, podría decirse que tenía trato especial. Tenía personal especializado que se hacía cargo de ella y su estilista la iba a ver una vez al mes. En 1957, Lola la Chata fue arrestada por última vez. En el momento de su arresto se le encontró con algunos de sus hombres, mucho dinero en efectivo, municiones, armas y joyería. Ella pidió que la arrestaran a ella, pero que dejaran libres a sus hombres. (Se cree que fue su estrategia para que ellos pudieran seguir trabajando). Pasó su condena en la prisión de Isla Mujeres, donde tiempo después falleció.

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