Probé las gomitas con THC de «Veneno de Ardilla» y esto fue lo que pasó

Debo reconocer que antes de probar las gomitas tenía un poco de miedo. Nunca había consumido nada de THC. Por eso opté por pedir las gomitas con menos potencia para que mi primer viaje no fuera algo catastrófico. Antes de contarte cómo me fue con las gomitas, te contaré un poquito sobre «Veneno de Ardilla».

Qué o quién es «Veneno de Ardilla»

La chica que creó esta marca se aseguró de hacer una línea de productos comestibles que se enfocaran en el uso terapéutico de la hierba. Su marca está especializada en frutos secos infusionados, dulces, tisanas y galletas. Todos los productos contienen CBD y THC. La iniciativa surgió con la finalidad de ofrecer productos terapeúticos, que puedan deleitar a tu paladar.

Para esta chica ha sido complicado ser una mujer emprendedora dentro de la industria cannábica, pues han habido personas que la acosan o le hacen insinuaciones. Ella está consciente de que aún falta mucho por hacer, pero quiere motivar a otras mujeres a luchar por sus sueños y por algo que a muchos nos concierne, la hierba.

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Hablemos un poco sobre sus empaques

«Veneno de Ardilla», además de buscar brindar productos terapeúticos deliciosos, también se preocupa por el medio ambiente. Es por eso que sus empaques son amigables con el medio ambiente. No usa nada de plástico o envases desechables. Los frascos de vidrio se pueden emplear para otros usos una vez que te acabas el producto. Para darle más presentación, cada frasquito viene envuelto en un cartón en donde se señala la potencia del producto, el lote y la frase de «Veneno de Ardillas».

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Elegí tres sabores de gomitas: sandía, chabacano y mango.

Mi primera vez

Una vez que tuve las gomitas en mis manos, opté por comerme sólo una. Elegí la gomita de sandía con ajonjolí garapiñado. ¡Sabía deliciosa! De hecho, esperaba que tuviera algún efecto en mí mientras veía la tercera temporada de #Dark

Mis amigos experimentados me dijeron que debía tomarlo con calma, pues en los alimentos pega más fuerte. Así que muy obediente, sólo me comí una gomita y le fui dando mordidas cada cierto tiempo hasta que se acabó.

Hay que recalcar que en este primer intento, le pedí a una amiga que me estuviera monitoreando para saber que todo marchaba bien. Con todo lo que me habían dicho mis amigos, me preocupé un poco y mínimo quería que alguien me diera apoyo moral a lo lejos.

En ese primer momento aparentemente no sucedió nada. Pasó una y luego dos horas y las cosas seguían con normalidad. Pude ver la serie con toda tranquilidad. No sentía nada diferente. Eso sí, puedo decirte que dormí como hace mucho tiempo no lo hacía. Hasta babeé la almohada de tan dormida que quede (qué, no me juzgues porque a ti también te ha pasado).

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Segunda oportunidad

Dos días después de esa primera dosis, opté por comer ahora dos gomitas. En esta ocasión opté por las de chabacano. Su sabor es delicioso combinado con la salsa de chamoy. Sin embargo, dos gomitas tampoco hicieron ningún efecto. Como en la prueba anterior, sólo me relajé y pude dormir como hace mucho tiempo no lo hacía.

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Tercer intento

Dos días después de mi segunda prueba, estaba en casa de ociosa. Recuerdo que fue entre semana y ya no tenía nada de trabajo. Me senté a ver una serie de suspenso y pensé <meh, es buen momento para probar las gomitas de mango>. Pensé en comerme tres gomitas, pero algo pasó.

Estaba tan entretenida viendo la serie, que no le presté mucha atención a cuántas gomitas agarraba. Como la primera y segunda vez no había pasado nada, en esta ocasión me comí las gomitas como si fuera el fin del mundo. O sea, de un solo bocado. Cuando me había metido la cuarta gomita a la boca reaccioné y comprobé que me había pasado de la dosis que pretendía probar. En ese momento opté por detenerme y cerré el frasco con las gomitas restantes.

¡Comenzó el viaje!

Decidí tomar el tiempo a partir de que me comí las gomitas, para saber cuánto tiempo pasaría hasta que sintiera algo (claro, si lo sentía). En ese momento no tenía idea de cómo era estar high y no sabía cómo empezaría el viaje, en caso de que lo tuviera.

Recuerdo que me comí las gomitas pasadas las 9 de la noche, como 9:20. Todavía estaba viendo la serie, cuando comencé a sentir que mi cabeza comenzaba a sentir mareos. En ese momento pensé que estaba temblando, pero no era así porque hubiera sonado la alarma. Opté por recostarme tantito en el sillón, pensando que ya había comenzado lo bueno. Para cuando los mareos empezaron, habían pasado 40 minutos de que me había comido las gomitas. Ni tiempo me dio de avisarle a mi amiga que el viaje había comenzado y sólo me encomendé a las deidades para que me acompañaran en mi viaje.

Eso sí, opté por guardar mi celular e ignorar los mensajes y notificaciones para no regarla en algún momento porque no estaba segura de lo que pasaría después.

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¡No me gustan los juegos mecánicos!

Si has ido a Six Flags, seguro sabes que hay un juego llamado Boomerang. Luego del mareo, comencé a sentir esa sensación de que subía y bajaba como en el Boomerang, pero la sensación sólo se percibía desde mi frente hasta mi nariz. Las demás partes de mi cuerpo aún estaban tranquilas.

Además de esa sensación, comencé a sentir que me hormigueaban las manos y luego se me adormecía en un vaivén desde la frente a la nariz.

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5 minutos después

Sólo habían pasado 5 minutos y ya había experimentado todo eso, ¡pffff! Justo en ese momento, comencé a sentir taquicardia, pero duró muy poco y mi corazón regresó a la normalidad. Ahora, el hormigueo que sentía ya no estaba en mis manos sino en mi rostro. Lo malo fue que la sensación de estar en el Boomerang ya no estaba sólo en mi cara. Ahora esa sensación llegaba desde mi cabeza hasta mi pelvis. Creo que hasta ese momento esa sensación era la única que no estaba disfrutando porque odio los juegos mecánicos.

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Un rato después

Alrededor de las 10:20 de la noche opté por irme a acostar, pero antes de eso llené una botella de agua por si me daba sed. Me acosté boca arriba, pero la sensación de Boomerang no desaparecía. Me acomodé de lado y sentí que mi cabeza tenía mucha pesadez. Era como si dentro de mi cráneo hubiera una lámpara de lava, de esas que venden para decorar las habitaciones. Así sentía que poco a poco bajaba todo lo que tenía dentro.

Me volteé del otro lado y seguía sintiendo eso. Mientras disfrutaba eso, sentía un hormigueo en mis manos y la sensación del Boomerang se incrementaba en mi cuerpo.

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Mientras que en mi mente parecía que habían transcurrido muchas horas, la realidad era que sólo habían pasado 15 minutos. Para este momento mi boca se sentía muy seca y comencé a tener mucha sed. Como pude me levanté por mi botella y tomé algo de agua. El hormigueo se había ido a mis pies, pero lo que se mantenía era la sensación del Boomerang.

Mientras sentía todo eso pensé <¿qué va a pasar si necesito ir al baño?> No quería mojar mi cama, entonces fui al baño. En ese momento me di cuenta que mi mente y mi cerebro ya no trabajaban juntos. Cada uno iba por su cuenta. Mientras que mi cerebro daba la orden de que hiciera pipí, mi vejiga no reaccionaba, o al menos eso sentí yo. Segundos o minutos después logré hacer pipí y me regresé a acostar.

Estaba entrando en un estado de éxtasis. Opté por masturbarme un rato, why not.

¿Y ahora, qué sigue?

Estando recostada, tenía una sensación en la que yo me sentía igual que una hoja de papel. La verdad es que todo lo que experimenté fue bastante divertido. Por momentos sentía como si me convirtiera en algunos objetos.

Para ese rato ya eran casi las 12 de la noche. Me sentía tan cansada que lo que quería en ese momento ya no era viajar, sino dormir. Muy en el fondo pensaba que al otro día tenía que trabajar y tenía una junta. Comencé a tener miedo de quedarme demasiado tiempo en mi viaje y que no me diera tiempo despertar para mis obligaciones laborales. (En este punto no sé si tenga que agradecerle a mis padres el que me hayan enseñado a ser tan responsable).

Cerré los ojos y traté de dormir, pero incluso en mi sueño mi mente seguía activa. Comencé a recordar muchas cosas de hace años y por más que trataba de controlarme y dejar de pensar en todo, pensaba y pensaba en más cosas. Llegó un punto en el que me desesperó no poder dormir y pensé en todos los consejos que me habían dicho para salir de mi viaje.

Recordé que tenía pimienta negra en casa y como pude, bajé a la cocina por una bolita. Sin pensarlo dos veces, comencé a masticarla y regresé a mi cama. Tardó un ratito en hacerme efecto y cuando lo hizo, por fin pude dormir. La verdad no recuerdo qué pasó después de eso. Lo que sí te puedo decir es que al día siguiente amanecí con mucho dolor de cabeza y unas ojeras enormes. Tuve una llamada con unos amigos y me preguntaron espantados qué me pasaba. Supongo que fue efecto de las gomitas.

Veredicto final

Las gomitas de «Veneno de Ardilla» son muy ricas y de buena presentación. También son muy amables cuando pides información acerca de sus productos, por lo que te las recomiendo ampliamente. Si quieres tener un viaje súper high con deliciosas golosinas, ellas son las indicadas para satisfacer tu paladar. Para más información sobre sus menús (que cambian mes con mes) entra a su cuenta de Instagram. Créeme, no te vas a arrepentir.

Por cierto, si es tu primera vez consumiendo THC, no vayas a querer hacer lo mismo que yo. Cada cuerpo reacciona diferente tanto al CBD como al THC. Prueba primero con una gomita y ve subiendo poco a poco la dosis. Tal vez a ti te haga efecto con una sola gomita o con más de las que yo me comí.

Una probadita de sus delicias

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